No crea el lector que con el título de la entrada estoy cuestionando la universalidad de la atención sanitaria. Nada más lejos de mi intención, de mi ideología política y de mis reflexiones. Por defender la universalidad de la atención sanitaria es por lo que reclamo la necesaria reflexión en estos momentos en los que cada vez es más necesario llegar a un pacto de estado sobre la sanidad en España.
El primero de los motivos que lleva a la reflexión es la necesidad sobrevenida, en parte por la conciencia despertada por la crisis económica mundial, sobre el necesario esfuerzo por conservar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud español. La segunda de las razones es que no faltan voces que llaman a la puesta en marcha de un copago sin que en la reflexión quede claro con qué objetivo y que fin persigue ese copago, como si el copago fuera la solución mágica para el futuro. La tercera de las razones obedece a una cuestión que viene de largo, si es que se puede hablar de largo cuando nos referimos al año 1986, año de publicación de la Ley General de Sanidad que tanto aportó a este país. Su publicación planteó un cambio en el modelo del Sistema Nacional de Salud que no ha sido acompañado con la fórmula de aseguramiento en nuestro país que sigue siendo la Seguridad Social y que plantea una serie de dificultades en la financiación del sistema como tal. Por último, las reivindicaciones de determinados colectivos como los profesionales liberales (abogados,...) que antes estaban con una asistencia sanitaria "privada" reclaman estar dentro de la cobertura del Sistema Nacional de Salud, el reconocimiento de este derecho vinculado a los impuestos hace que sea la puerta de entrada para el resto de los ciudadanos independientemente de su situación en la Seguridad Social.
Sin duda son motivos de peso que deben ser analizados con detalle, la universalidad conlleva un reconocimiento de derecho a algo tan importante como es la atención sanitaria. Pero además esta reflexión de la universalidad debe permitir reflexionar sobre el modelo de Sistema Nacional de Salud mixto que tenemos, debemos ir a un modelo basado en los impuestos y, por tanto, universal. Las fórmulas vinculadas a las mutualidades deben ser objeto de profunda reflexión en un Sistema Nacional de Salud de vocación universal donde el derecho se obtiene por ser español y no por estar o no afiliado a la Seguridad Social.
La universalidad no es incompatible, ni mucho menos con una reflexión profunda sobre las diferentes prestaciones, su justificación y su aplicación en base a las necesidades de salud de la población. Es aquí donde se deben llegar a acuerdos y pactos en la universalidad de todas y cada una de las prestaciones, su acceso, su financiación y su revisión desde el punto de vista científico y social. Que nadie se escandalice cuando se usa la palabra copago, ya existe el copago en la prestación farmaceútica, yo pago una parte de los medicamentos que me prescribe el médico por ser "activo". Se vuelve necesario reflexionar sobre este aspecto y si de verdad este "copago" que nos acompaña desde hace tiempo es o no de justicia social, en este momento nuestro país no es sociodemográficamente igual que en la década de los 80, si no somos iguales debemos reflexionar sobre todas estas cuestiones.
Otras de las cuestiones importantes a tener en cuenta es el uso de una prestación sanitaria-económica-social que ha sido una gran apuesta por la justicia social como es la incapacidad temporal o como se les conoce vulgarmente las bajas médicas. El sistema sanitario debe ser más activo en este tema, mucho más de lo que lo ha sido y de su utilización adecuada deben revertir fondos en la financiación sanitaria, en la Ley de Financiación autonómica del año 2001 eso se recogía y en la actual no se recoge. Esta prestación triple es muy importante para los trabajadores que por motivo de enfermedad deben hacer reposo y no es justo que vean mermados sus ingresos.
Una cuestión de calado supone la atención a los problemas de salud por parte del Sistema Nacional de Salud de las enfermedades profesionales, sin que la financiación de las Mutuas de Accidentes de Trabajo reviertan los fondos en esta atención. Por muchos esfuerzos de cobro de las instituciones sanitarias, no es posible llegar nunca al 100%, esto merece una gran reflexión y una definición de un modelo de salud laboral con gran componente sanitario.
Estoy seguro que una apuesta por la incorporación de las tecnologías y evaluación de las tecnologías incoporadas al Sistema Sanitario es clave para la sostenibilidad y debe formar parte de esta universalidad. Extremar el uso de la evidencia científica, de la necesidad social y de las necesidades de salud son cuestiones importantes.
La prestación farmacéutica es sin lugar a dudas un capítulo importante de las prestaciones sanitarias en función al volumen económico. Pero la reflexión debe ser un punto de encuentro entre todos los agentes para hacer de esta prestación algo eficiente, que apuesta por la I+D+i y que sabe racionalizar el uso. La apuesta por una clara política de principios activos que conserve la libertad de prescripción del médico consagrada en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, que disminuya el gasto sanitario hasta lo necesario, que apueste por la empresa innovadora y que de respuesta a los ciudadanos y a sus necesidades de salud es el camino a seguir y hay recorrido.
Sin duda en la universalidad debe tenerse en cuenta aspectos elementales de las políticas sociales como la incorporación de la perspectiva de género a la salud, la perspectiva de la salud pública en la disminución de las desigualdades en salud y la verdadera participación de los ciudadanos, incorporando metodologías de lo que es la participación ciudadana, la crisis de los denominados consejos de salud, muestran que lo importante en la participación ciudadana es cómo se hace o se lleva a cabo y eso es sin lugar a dudas la metodología además de las formas o de las estructuras.
Se hace necesario por diferentes razones un gran debate sobre la universalidad que enmarque el futuro del Sistema Nacional de Salud, es una oportunidad única para el pacto por la sanidad cada vez más necesario.
José María Vergeles Blanca
Médico de Familia