jueves, 23 de abril de 2009

Toca reflexionar sobre la Medicina Familiar y Comunitaria, pero en serio


Hoy hemos conocido los datos oficiales de la adjudicación de las plazas MIR en el Sistema Nacional de Salud. Finalmente han quedado 51 plazas vacantes de Medicina Familiar y Comunitaria en nuestro país. La cifra no es alta, pero debemos añadirle que esta especialidad es la que se elige en los últimos números de orden del MIR.

Esta situación se viene repitiendo en las últimas convocatorias MIR en las cuales se va incrementando el problema.

Además debemos tener en cuenta que esto ocurre en un país donde su Sistema Nacional de Salud está organizado y basado en la Atención Primaria de Salud como puerta de entrada, como gestor de los procesos de atención y responsable de la salud de la comunidad.

Si conjugamos estos elementos, lo que se está repitiendo durante estas últimas convocatorias de MIR es ciertamente preocupante. Pero además, apuesto decididamente a que esto debe generar una reflexión profunda en la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud. Estoy seguro que en los próximos días no faltarán opiniones simplistas de los motivos que están llevando a esta situación, unos achacarán exclusivamente a que los médicos de familia tienen unas condiciones de trabajo malas, otros a que no se incluye esta disciplina en las Facultades de Medicina y así sucesivamente.

Lo cierto y verdad es que otras especialidades están más prestigiadas que la Medicina de Familia en la sociedad y a esta situación se llega durante mucho tiempo de abandono y de falta de creencia en una especialidad nacida para poder soportar un papel clave en nuestro modelo de Sistema Nacional de Salud. No han faltado las veces que se ha escuchado que la Medicina de Familia es la piedra angular del sistema, pero esto se ha repetido desde la falta de convencimiento y sin creerlo verdaderamente.

No se trata de buscar culpas, se trata de buscar entre todas las partes el prestigio social de una especialidad de suma importancia, solo desde ese ejercicio se puede construir algo realmente adecuado para el futuro.

Reflexión donde deben estar presentes las Comunidades Autónomas, el Ministerio de Sanidad y Política Social, el Ministerio de Educación, la Universidad, pero también arrimando el hombro el mundo profesional y de las sociedades científicas. Estos son los agentes que deben reflexionar y establecer medidas concretas para prestigiar una especialidad como lo es la Medicina de Familia. Podemos hacer eso, construir o seguir opinando desde un análisis simplista en lugar de sistémico del problema.

Sin duda urgen varias cosas, la defensa cerrada del mundo profesional de la especialidad, la apuesta de prestigio y de calidad más que de aspectos profesionales de las sociedades científicas, la orientación de los planes de estudios ahora que los hemos revisado con la excusa de Bolonia en base a que las Facultades de Medicina centren su formación en médicos generalistas de verdad y no basar sus planes en demostraciones de las diferentes especialidades. Y urge que se controle, potencie e inste a los servicios de salud a adoptar las medidas contempladas en la Estrategia AP 21. Pero estas medidas urgentes, no quitan para una reflexión seria, decidida, valiente e innovadora sobre la Medicina Familiar y Comunitaria.


José María Vergeles Blanca

Médico de Familia

1 comentario:

Enrique Gavilán dijo...

Hola, Jose María.
Me alegra mucho que trates de este tema en tu blog, ya era hora de que hablaras de la medicina de familia!
Está claro que muchos de los análisis que a cuento de la "crisis de la AP" se hacen en muchos foros, blogs, encuentros científicos, medios de comunicación y en los pasillos de los propios centros de salud no son análisis profundos, que tienen en cuenta el problema desde un abordaje sistémico, como bien hablas. Pero tampoco lo hay en instancias superiores como el consejo interterritorial, ni en las intermedias como son los foros entre administración autonómica y gerencias territoriales u organizaciones profesionales o sindicales, ni más localmente entre las gerencias y los equipos de AP.
Hace falta que todos arrimemos el hombro, todos, desde el profesional "de batalla" hasta el gerente territorial, la consejería, universidad, unidades docentes, sociedades científicas, etc. Pero los hay que tienen mayor nivel de responsabilidad y mayor capacidad de decisión (y por tanto, mayor margen para innovar y cambiar las cosas) que otros. Y el profesional hoy en día no tiene ningún margen de maniobra, salvo (que no es poco) hacer "las cosas bien" en su trabajo.
Sigo sin ver una apuesta clara, decidida, innovadora y con visos de tener vocación de mejorar la situación por parte de los decisores políticos y los gerentes. No lo veo por ninguna parte, siendo sincero. Buenas intenciones, declaraciones a veces positivas, pero todo sigue igual. Siempre hay "otras prioridades"... No hay políticas de fondo, planificaciones a largo plazo, o si existen no se llevan a la práctica de una forma efectiva. Hay un gap alucinante y cada vez mayor entre el espacio físico de la consulta de AP y el despacho del consejero de turno. Al profesional no se le dota de capacidad de decisión y por el contrario se le exige exige exige, estirándolo como si fuese un chicle.
Es imposible seguir así. Los profesionales no pueden más. Los jóvenes no tenemos opciones de futuro laboral o profesional (qué sociedad puede asumir que los jóvenes se sientan así?), los residentes no están motivados, los estudiantes no quieren asumir riesgos...
Toda organización está compuesta por personas, y el poder de las mismas es la máquina transformadora. Sin embargo, no hay equipos de atención primaria (como "equipo" o como "grupo", sociológicamente hablando, que es siempre más que las meras personas por separado), ni sentimos esto del SNS como algo propio.
La respuesta? Si yo la tuviera, me cubriría de oro!
Un abrazo