sábado, 18 de agosto de 2007

¡A mi no me pasa!

Afortunadamente nuestro cerebro utiliza un mecanismo para que no vivamos permanentemente en la desolación por la preocupación de que nos puede pasar algo, que estamos permanentemente expuestos a riesgos desde que salimos de casa, o sin salir de ella. Pero este mecanismo, tremendamente beneficioso para algunas cosas, se está mostrando tremendamente negativo para otras. Estas para las que este mecanismo es negativo son aquellas en las que verdaderamente existe un riesgo, un riesgo palpable, un riesgo tangible y real.
Vivimos la semana de la Seguridad Vial, detesto las semanas de algo, o los días específicos, pero entiendo que deben existir para la reflexión y para hacer una discriminación positiva.
La tragedia en las carreteras, las vidas segadas, las pérdidas que viven las familias, las personas cuando como consecuencia de un accidente de tráfico pierden algún órgano o alguna función importante para vivir son un ejemplo de una consecuencia del ¡a mi no me pasa!.
A los profesionales de la salud en general y a los médicos en particular, en nuestra formación nos enseñan las consecuencias, nos muestran lo que disminuye el riesgo cuando se abandonan determinados hábitos de vida que son insalubres, pero tenemos poca formación sobre como cambiar esos comportamientos, como tener una actitud activa para poder modificar estilos de vida, y existen métodos desde el cognitivo-conductual hasta otros, pero una cosa es la teoría y otra la práctica.
Pero cuando esta cuestión se generaliza a toda la sociedad, el ¡a mi no me pasa! Es sin duda alguna una estrategia de vida generalizada. Y esto es uno de los factores más importantes en los accidentes de tráfico. ¿Pero es el único? Sencillamente no, está claro que los accidentes de tráfico tienen un origen multifactorial, no se debe en exclusiva a la velocidad, no se debe en exclusiva al estado de las carreteras, no se debe al consumo de sustancias en exclusiva, se debe a una mezcla de todos los elementos que juntos producen un sustancial incremento de riesgo y acaba provocando un accidente de tráfico sufrido por alguien que pensaba ¡a mi no me pasa!.
Recientemente hemos vivido una intensa campaña de control de velocidad, una intensa campaña de control de alcoholemia, una intensa campaña de campaña de concienciación del cinturón de seguridad y viviremos otras. La estadística no es una ciencia exacta, pero cada vez me parece más claro que en el cálculo del riesgo es casi exacta, y es el acumulo de riesgos (velocidad+alcohol+estado de carretera+comportamiento agresivo en la conducción+prisas+…) lo que hace que se provoquen los accidentes. Las campañas restrictivas solamente llevan a un efecto pasajero, pero además con la campaña del cané por puntos, hemos sido capaces de interiorizar el miedo a la pérdida de puntos, pero no el respeto por el riesgo de accidentes. Pero además en mi experiencia, el cané por puntos ha hecho que la labor pedagógica de algunos agentes, que de todo hay, haya disminuido, potenciando la denuncia, frente a la oportunidad educativa en el momento que se produce la infracción.
La cosa no tiene arreglo a corto plazo, hace falta el compromiso de la sociedad. Un compromiso que debe comenzar por pensar que la prevención de los accidentes de tráfico la podemos llevar a cabo, porque los factores de riesgo para tener accidentes están en nosotros, y nosotros podemos disminuir ese riesgo, como dicen los sicólogos, el locus de control lo tenemos dentro. Esta concienciación se produce con educación y con incentivación positiva, frente a la negativa que siempre hemos tenido. Un análisis minucioso de los factores de riesgo y cuales de los factores de riesgo que son modificables tienen un efecto más importante, diseñar una campañas de marquetin social dirigida a conseguir una disminución de estos factores de riesgo.
Buscar y aprovechar las oportunidades educativas, cuando más concienciados estamos para cambiar nuestro comportamiento, ¡qué labor más importante para los cuerpos de seguridad y protección en la carretera!. Y estas oportunidades educativas, y los elementos que motivarán el cambio de actitud cambiarán con el momento de la vida en que nos encontremos, con lo que hemos vivido, con el riesgo que es más frecuente para nosotros… Es necesario hacer un perfil de riesgo para cada uno de nosotros y desde ese análisis intentar modificarlos, para contribuir a una disminución global. Una Educación Vial genérica está bien, pero una educación vial específica por grupos de riesgo está mejor, bastante mejor.
La prevención de los riesgos laborales de determinadas profesiones en la carretera debe ser una realidad en los profesionales del volante, pero además de en los profesionales, en los empresarios de estos profesionales que trabajan por cuenta ajena.
Los medios de comunicación y su compromiso, un minuto de medios de comunicación mal orientado puede acabar con una buena parte de la educación vial, pero también al contrario. ¿Es necesario prohibir la publicidad negativa?, detesto las prohibiciones, más que prohibir hay que fomentar los estilos de vida saludables, seguir un código ético de compromiso en los mensajes que enviamos.
La mejora de las infraestructuras viales, todos conocemos puntos negros, elementos del mobiliario vial que producen muertos, algunos nos los han mostrado los motociclistas, otros los traducen la siniestralidad en las carreteras. Pero la solución no está en exclusiva en poner obstáculos para limitar la velocidad como bandas sonoras y algunas más que sonoras, está en buscar corregir todo esto.
Podemos seguir haciendo un análisis simplista de la seguridad vial, podemos seguir centrándonos en la pérdida de puntos, podemos seguir emitiendo bancos de niebla con los radares fijos y móviles, podemos hablar de los cientos de agentes que patrullan nuestra carretera, podemos seguir con estrategias restrictivas, o podemos establecer un compromiso social entre todos para disminuir el riesgo de accidentes, un compromiso social vertebrado por las asociaciones sociales, científicas y profesionales. Podemos erradicar entre todos los efectos negativos del ¡a mi no me puede pasar! y eso es participación de toda la comunidad para un plan integral de seguridad vial, plan de compromiso, no para ser un libro que quede bonito en la estantería, o que nos llegue a los conductores a casa en una carta. Todos tenemos algo que decir, y sobretodo algo que proponer, odio las cifras sicológicas, una víctima es suficiente para ser una cifra dintel sicológico. Yo estoy dispuesto ¿y ustedes, lo están? levanten la mano quienes lo estén y pongámonos a trabajar.


José María Vergeles Blanca
Médico de Familia.

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