sábado, 18 de agosto de 2007

¿Me pasa por rayos?

Recuerdan ustedes cuando en esta Extremadura eminentemente rural nuestra Sanidad dependía de un Sistema de Seguridad Social, y de forma paralela de las “igualas” con los médicos de cabecera por lo largo y ancho de nuestra geografía. Ese sistema basado en la Seguridad Social, del cual hoy solo quedan reminiscencias del pasado, se basaba en el nivel de renta de cada ciudadano, así como en la capacidad de endeudarse de las familias que lo hacían exclusivamente si la enfermedad lo requería.
Afortunadamente se promulgó la Ley General de Sanidad y lo que era un Sistema de Seguridad Social pasó a ser un magnífico Sistema Nacional de Salud, donde contribuimos con el sistema en función de nuestro nivel de renta, y lo utilizamos en función de las necesidades de salud que tenemos. Un profundo y tremendo cambio que ha hecho que progresemos de forma importante en coberturas sanitarias y en una distribución de riquezas a través de políticas sanitarias y sociales. Tanto que hoy no es cuestionable esta orientación.
Sin embargo, hemos de tener en cuenta qué lo que más ha contribuido con la salud, que no sanidad, de la que disfrutamos hoy los ciudadanos de nuestro país, se debe más a lo que se denomina Medicina Preventiva, que al incremento en las inversiones en Tecnología Sanitaria. Y esto quiero que sea el objeto de la reflexión con todos ustedes. Así, tenemos hoy un nivel de salud bueno y nuestra esperanza de vida es mayor por haber mejorado las condiciones higiénicas y sanitarias de los alimentos que comemos, del agua que bebemos o del entorno donde nos desarrollamos. La sanidad es a lo que accedemos los ciudadanos en busca de unos servicios -que los tenemos como derecho-, bien para mantener el nivel de salud (por ejemplo las vacunas), o para ser atendidos por un determinado problema de salud. Esa es la diferencia entre Sanidad y Salud.
Sin embargo, no era raro que cuando los pacientes íbamos al médico con el que teníamos la iguala lo calificásemos como avanzado si el galeno en su consulta había invertido en comprar un aparato de rayos X, con el que “nos pasaba por rayos”, la tranquilidad de los pacientes aumentaba y ya estaban dejando en manos de la tecnología una parte de esa atención sanitaria. Luego los políticos, los presidentes de sociedades científicas, los propios médicos, las empresas privadas, las asociaciones de afectados, los medios de comunicación de masas, nos hemos ido encargando de ensalzar las ventajas y bondades de la tecnología sanitaria. Para un político, y conste que en este momento me dedico a ello, es más fácil vender que hemos comprado un aparato médico de última generación, que la inversión en una mejora en la organización de un servicio concreto, es más fácil que un medio de comunicación recoja una rueda de prensa sobre la construcción de un edificio que albergará un aparato médico de última generación frente a una en la que se hable de lo bien que se ha organizado tal o cual centro de salud para prestar atención a los ciudadanos de su ámbito de influencia. Es decir, que esto ha dependido un poco de todos. Y así hemos llegado a la triste situación del día de hoy, donde asistimos los ciudadanos deslumbrados a centros dotados de las mejores tecnologías sin tener toda la información sobre las mejores indicaciones, la seguridad de las pruebas, la sensibilidad y la especificidad de las mismas para detectar los diferentes problemas de salud. Así hoy no es raro que nos encontremos a ciudadanos y ciudadanas que acuden a un Servicio de Urgencias de uno de nuestros Hospitales no para describir sus síntomas, sino “para que le hagan un TAC o una resonancia”, o acudamos a nuestro médico de familia a pedir una determinada prueba analítica por ejemplo.
Y mientras esto ocurre siguen apareciendo estudios serios en los que advierten que los problemas de salud más importantes de los próximos años seguirán siendo las enfermedades infecciosas u otros donde claramente vienen a poner en evidencia que la inversión por parte de los servicios sanitarios en más tecnología a partir de un nivel no mejora la calidad de la atención prestada. Y así lo pone de manifiesto el Informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria. Y donde viene a remarcar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que apuestan porque la mejor de las “tecnologías” es el servicio que prestan los profesionales sanitarios e incluso los agentes de salud en educación para la salud. Donde se necesita de un nuevo modelo de la salud pública, donde la prevención y la promoción de la salud sean los campos donde se invierta.
La mejor de las “tecnologías” es contarle a nuestro médico los síntomas que tenemos, es dejar que el médico nos pregunte sobre el origen de nuestros síntomas, sobre la causa a lo que los atribuimos, sobre la duración, sobre como se presentan los síntomas... Esa es junto con la exploración física buscando los signos que los orienten, la mejor atención que nos pueden dar, la atención más integral. Solamente tras esa aplicación minuciosa del juicio clínico es cuando tienen justificación la realización de algunas pruebas que complementen el juicio del profesional, pero además en condiciones de seguridad. Esa es la calidad de la atención sanitaria.
Debe existir un papel absolutamente reforzado de la Atención Primaria de Salud como ese nivel de atención especializado en distinguir la salud de la enfermedad, como ese nivel de atención especializado que es capaz de resolver un alto porcentaje de los problemas de salud que tenemos la población, pero además es capaz de la mano de otros especialistas de hacer verdaderamente ganar resolución a todo el Sistema Sanitario.
Tras potenciar el nivel de la Atención Primaria de Salud, sigue siendo necesario un desarrollo de toda la atención que se presta en los Centros de Especialidades y en los Hospitales para aquellos pacientes que tienen un problema de salud y que necesitan de una atención específica concreta, de unos conocimientos y de unas habilidades más específicos para restaurar el nivel de salud perdido.
Desde la política sanitaria tenemos mucho terreno que andar para poder hacer verdaderamente resolutivo al sistema sanitario. Y era necesaria una inversión como la que se ha hecho en los últimos años para que Extremadura estuviera en el nivel sanitario que necesita su población.
Pero para hacer posible todo esto es necesario que toda la ciudadanía llegue también a través del conocimiento, a saber que el Sistema Sanitario tiene unas potencialidades en cuanto a utilización de tecnología y que no caigamos en el error de dejar deslumbrarnos por las tecnologías, abandonando la enorme “tecnología” que supone la relación terapéutica entre profesional y paciente. Será la vuelta a lo básico, pero este camino, hoy más que nunca es necesario para ganar en calidad y en seguridad.


José María Vergeles Blanca
médico de familia

No hay comentarios: